¿SON LAS RESIDENCIAS UN GUETO?
¿Son un “gueto” las residencias? Francisco Boza González
En una época donde lo que más se valora es la juventud, por encima de la experiencia, el conocimiento, la memoria, y cualquier otro valor o virtud. Donde los políticos acceden a sus “chollocargos” para aprender y no para aplicar lo que ya saben. Pero eso sí, lo importante es que sean jóvenes. Podemos pensar que las residencias de personas mayores son un aparcadero de todo lo que ya no gusta ni se lleva: lo viejo, lo antiguo, lo pasado….
Lo primero que tengo que decir es que la juventud no es un valor en si mismo, es simplemente un hecho biológico que marca el calendario y que se cura con el tiempo.
Todavía hoy seguimos recibiendo a personas en las residencias, que cargadas de prejuicios, piensan en la residencia en clave de “asilo”. Lugar triste y tenebroso donde aparcar a las personas, para ser abandonadas definitivamente a su suerte. Quizás los medios de comunicación contribuyan a que esta idea permanezca en la sociedad poniendo siempre el énfasis en lo negativo y no en lo mucho y bueno que se hace en las residencias a favor de las personas usuarias y sus familias.
Desde las residencias a veces tratamos de contrarrestar estas ideas negativas y afirmamos con una sonrisa en los labios que la residencia es “un hotel para personas mayores”
Pero, ¿qué es “un hotel para personas mayores”? Y ya entramos en harina. Un lugar donde el usuario individualmente considerado es el centro de toda la atención que se presta. Y los profesionales que trabajan en la residencia simplemente acompañan a las personas usuarias en esta etapa de la vida que es la ancianidad, que no es ni mejor ni peor que otras etapas de la vida. Lo único que es cierto es que se trata de la última etapa y que igual, y no siempre, es necesario que nos ayuden en algunas de nuestras actividades básicas, pero como ocurrió en nuestra primera etapa de la vida que fue la infancia. No pasa nada por depender un poquito de los demás. A lo largo de nuestra vida hemos dependido muchas veces de los demás y los demás de nosotros. El ser humano es individuo y relación. Y sin la faceta de relación se autodestruye.
¿Y cómo conseguimos en las residencias que el usuario sea el centro de la atención?
- Fomentando su autonomía. Que todo lo que pueda hacer por si mismo que lo haga. De ello dependerá muchas veces su autoestima y estado de ánimo.
- Con un centro abierto donde se pueda salir libremente y los familiares y visitantes no tengan cortapisas de horarios o zonas vetadas al acceso. Donde se puedan celebrar reuniones familiares y acontecimientos especiales. Donde periódicamente nos visite gente de todo tipo y pelaje.
- Con un centro integrado en la realidad del municipio donde radica. Donde no se viva de espaldas a la vida normal del municipio ni a los acontecimientos históricos y del día a día. Y se pueda participar de las actividades del municipio como un vecino más.
- Teniendo en cuenta sus gustos, aficiones y hábitos, a la hora de planear la atención de cada persona. Con respeto a sus creencias y valores.
- Ofertando actividades de todo tipo, lúdicas, culturales, terapéuticas, todos los días, y a todas horas.
- Escuchando al usuario, sus preferencias e ilusiones. Sus gustos y disgustos.
- Acompañando a usuarios y familiares en el discurrir de estos últimos años de la vida y las adversidades que puedan producirse.
- Comunicando a usuario y sus familiares como va a ser su atención en el centro y por qué.
- Estableciendo canales de comunicación fluida entre el personal del centro y los usuarios y sus familiares.
- Fomentando que el usuario tome sus propias decisiones: lo que quieren comer, en lo que quiere participar o no y en su propio plan de cuidados.
Este es el empeño diario del equipo de profesionales de Residencia Virgen del Pilar. A veces nos pasaremos y otras nos quedaremos cortos. Esto es lo que sabemos y queremos. Acompañar a nuestros usuarios a que vivan dignamente la última etapa de su vida.